Hoy,
ahí los escuchas, se oye el ruido de tus pasos,
porque
ya no hay nadie y tú lo sabes,
alrededor
del muro caído de esta ciudad,
hay
una canción de piedra escondiendo su ruina,
en
el borroso límite vagando en la noche
que
calma a este pueblo, y sin piedad, lo asedia,
en
sus calles que a la niebla conducen,
a
la luz de un cielo que deshace colores
de
techos, palacios y fuentes,
con
letras de sangre de toro
en
vanos de casas sin nobleza,
avisando
del fracaso de escudos con heráldica,
esa
ausencia infinita que no comprendo.
Y
aún no he escrito el poema que dije
que
te escribiría un día, pero te fuiste
tan
pronto, con ese olor a trigo nuevo
de
tus manos pequeñas,
percibo
muy cerca tu imagen tan viva,
pero
no me devuelve el espejo tu cuerpo,
en
esta casa donde vivo con un continuo reloj detenido,
corazón
incapaz
de acabar el recuerdo tan cruel
un
tiempo inventado que mide la distancia a los labios,
se
va olvidando tu voz encontrada tal vez en un canto sin letra,
el
dolor, ya lo ves, nada sabe de música,
porque
no hay nada afuera y tú ya lo sabes,
los
pasos que ahora nosotros oímos no tienen presencia,
«¡aquí
la belleza bien urdida es un cepo!»,
—me
dices en un idioma sin letras que entiendo—
condena
inconclusa que distrae
los
ojos del tiempo que olvida,
esta
piedra donde mancha su historia
el
olivo que seca la tierra en la que nace,
y
muere al compás de la vida estrenada,
mientras
los otros apuran sus vinos en mesas repletas,
dependen
del humo sus bocas salvajes,
y
lanzan al cielo su pura miseria,
contando
bolsillos vacíos,
llegarán
a la muerte cargados de tedio,
nunca
compraron el precio de nada,
¡y
vienen los hombres que anuncian más muertes!
desafían
ellos con su rostro al tiempo
frente
al reflejo de ventanas con lluvia,
en
el café diario y torres de viento,
Y
no es el frío lo que a mí esta noche me duele,
el
frío del norte lejano,
junto
al olmo donde dejé mi otra vida,
la
que vive en este lugar olvidado,
la
que muere en palabras no escritas,
no
es el frío de ahora, ¡tú lo sabes ya!
¿lo
sientes en el fuego del hueso,
ese
frío continuo,
en
la enorme distancia
que
los días no entienden?,
y
solo este paisaje nos une de nuevo,
en
esta hora en que todo pierde sentido,
porque
temo que la noche más fría
se
quede para siempre contigo;
toma
esta letra que quise escribirte
antes
de que venga el olvido
a
cambiar de sitio tu rostro o mi memoria.
Comentarios
Publicar un comentario