Hagamos de la guerra mercancía,
comprémosla barata en la alacena
de la almáciga, quede siempre llena
de vacío esta historia y este día.
Y no te creas nada: la mentira
se mueve lento, te compró muy caro
tu grito y tu palabra. Si me paro,
ellos avanzan rápido; que esta ira
sea moneda en los supermercados,
despojando a la muerte de sentido
,
y la vida nos vende sus heridas,
cuando la guerra acabe, y sea olvido:
los déspotas serán los exiliados,
la paz, solo rutinas repetidas.
J. Fabrellas
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