Un episodio métrico en la poesía de Francisco Ferrer Lerín. Un análisis.

(“Barbarella” y “Pavana del príncipe alado” en La hora oval. 1971)




Joaquín Fabrellas

 

En primer lugar, tenemos que decir que la obra de Ferrer Lerín no sigue las normas de la Poética, sin embargo, cuenta con dos sonetos en su obra, que son: “Barbarella” y “Pavana del príncipe alado”. Ambas composiciones están fechadas en 1964.

Por otra parte, se puede hablar de otros dos poemas, escritos a lo largo de la década de los 60, y que se pueden considerar tanteos en la lírica leriniana con las formas métricas tradicionales, como son los casos de “Tres poemas”, aparecido en Edad del insecto, (2016), y, más tarde, en su Poesía reunida; Edad del insecto es el libro de descartes de todo el material escrito por Lerín en su juventud, que quedó inédito.  Y también el poema titulado “Dedicatoria”, en La hora oval, en donde se ensaya un intento de soneto que queda inconcluso con tan solo tres estrofas.

Después, Lerín,  no volvería a utilizar las formas clásicas en el resto de su obra. Hace además, de esa falta de métrica, una de las señales de toda su lírica. Afirma en “Rima”, en Hiela sangre, (2013):

No controlo el esfínter que yugula la rima

y debo matarla en cuanto la intuyo

sin embargo ahora

quizá envejeciendo

o simplemente puro

permito que mane con toda su fuerza

y cierre el poema.

 

En cuanto al primero de los sonetos, “Barbarella”, nos encontramos con un poema de juventud, escrito con veintidós años, según nos indica la fecha que se aparece en el libro. Recibe esta composición influencia de Rubén, junto con el siguiente soneto leriniano, “Pavana del príncipe alado”, de claro regusto modernista que el autor trata aquí de emular.[1]

 

BARBARELLA

Me late el corazón con cada cosa

cantada en pos de ti, loor y prez;

añoro al pescador, ya, cada vez,

que gime la alborada primorosa.

 

Se cambia así la brisa, galopando,

los fieros caballeros y, sus damas,

con labios de fibrina, por las ramas

terribles de los sueños, tiritando.

 

Se alejan las mesnadas, un ocaso

sin dúctil añagaza y abalorio

-tangible, plateado, casi raso-

cancela la jornada y el jolgorio.

 

Princesas y validos resplandecen.

Las flores sombreadas se adormecen.

(1964)

La primera composición muestra la típica estructura del soneto, mas no del todo. Si bien, las tres primeras estrofas son cuartetos con una estructura ABBA CDDC EFEF, termina el autor esta composición con un pareado con rima GG.

Esta estructura corresponde al soneto inglés o shakespeareano, a pesar de que introduce una pequeña variación estructural, ya que el soneto inglés está compuesto de tres estrofas en serventesios y no en cuartetos, como hace Lerín en su composición. A esto, añade Lerín una tercera estrofa, un serventesio, mezclando así la tradición española clásica del soneto y la inglesa a partir de la tercera estrofa y con el final en pareado con rima GG.

Alterna las rimas, abrazadas en las dos primeras estrofas y una rima alterna en la tercera. Un caso similar se puede ver en el soneto de Jorge Luis Borges, que presenta una rima igual en “Alusión de una sombra”:

Nada. Sólo el cuchillo de Muraña.

Sólo en la tarde gris la historia trunca.

No sé por qué en las tardes me acompaña

este asesino que no he visto nunca.

Palermo era más bajo. El amarillo

paredón de la cárcel dominaba

arrabal y barrial. Por esa brava

región anduvo el sórdido cuchillo.

El cuchillo. La cara se ha borrado

y de aquel mercenario cuyo austero

oficio era el coraje, no ha quedado

más que una sombra y un fulgor de acero.

Que el tiempo, que los mármoles empaña,

salve este firme nombre, Juan Muraña.

 

    Estructura de la rima del soneto borgiano: ABBA CDDC EFEF GG

 

Así contamos, por una parte, con la intención irónica y distanciadora de nuestro autor para superar el Modernismo, aunque se puede pensar también en el rasgo culturalista de regusto medieval, donde comparecen princesas, damas, validos, fieros caballeros; rasgo propio de los “Novísimos”, que Lerín fue —sin necesidad de figurar en la antología novísima— avant la lettre; además, este soneto confirma  la experimentación y el juego de épocas, propio de una década en la que se quería superar la dicción comprometida de cierta poesía. Y, por otra parte, se ve la influencia de la lección de la poesía francesa, que usó estas estructuras, y también, incluso, la poesía de Borges, autor que siempre ha estado presente en los planteamientos estéticos de nuestro autor.

 

A parte de todo esto, si analizamos el ritmo del soneto, verdadera piedra de toque de dicha composición, descubrimos que es una composición estructurada sobre un ritmo heroico, anclado sobre una sílaba en anacrusis, es decir, que el primer acento rítmico del endecasílabo, recae en la segunda sílaba del verso, además cuenta con un apoyo acentual en la sexta sílaba, estructura que se repite a lo largo de todo el poema. Esto confiere al mismo una estructura reposada y elegante, de dicción clásica, equilibrada, como el verso de Boscán:

 

“La noche se me hizo claro a”

 

Y escribe Lerín:

 

“Que gime la alborada primorosa”[…]

 

En segundo lugar, la “Pavana del príncipe alado”, cuya primera referencia es musical, se puede apreciar en el título, en concreto a la pieza de Maurice Ravel: Pavana para una infanta difunta, (1899).

 

 

PAVANA DEL PRÍNCIPE ALADO

 

La rosa móvil del jardín afgano

despide arrobos de frambuesa y miel

enciende süave un perfil romano

e infunde azahares a la tersa piel.

 

Su rara fragancia de estival aroma

prende ruborosa en la tela azul

cálida perfuma un cuerpo que toma

el tono morboso de un juego de boule (bul).

 

Estas son historias de crímenes lentos

de dulces pasiones a un ritmo de vals

que cuelgan gonfladas de sutiles vientos

sólo molestadas por lienzos de Hals.

 

Descienden las damas trinando maitines.

En el vidrio santo vuelan serafines.

(1964)

 

En primer lugar, y estamos hablando solo de la estructura, no de los procedimientos y de los recursos estéticos, nos hallamos ante otro soneto muy especial por el uso que se hace de los ritmos, las sílabas y las medidas del mismo.

Representa fielmente la estructura que antes hemos mencionado, la estructura inglesa, esta vez, en su totalidad. La estructura total sería la siguiente:

ABAB CDCD EFEF GG

Con la consabida estructura en tres serventesios y un pareado final, propio del soneto de Shakespeare y la literatura isabelina del siglo XVII, aunque habría que hablar del introductor del soneto en la lírica inglesa, Henry Howard, conde de Surrey. (1517-1547). El joven conde pasó un año en la corte francesa, donde llegó a ser nombrado caballero, y trajo la lírica renacentista al Reino Unido. En análoga función a Juan Boscán y Andrea Navaggiero en nuestra lírica.

Alas, so all things now do hold their peace!

     Heaven and earth disturbèd in no thing;

The beasts, the air, the birds their song do cease,

     The nightès car the stars about doth bring;

 

Estructura del soneto total: ABAB ABAB ABAB CC 

 

 

Sin embargo, en la composición leriniana, encontramos una trasposición de la estructura de la rima del soneto inglés más desarrollado, la del siglo XVII, propio del periodo isabelino.

En cuanto al ritmo del soneto leriniano, se alternan la forma enfática, con acento en la primera sílaba del verso, y la forma rítmica heroica, como en el anterior soneto, donde el acento recae en la 2ª sílaba.

 

“La rosa móvil del jardín afgano”

 

Este soneto tiende además a usar versos dodecasílabos y eso es lo que llama la atención del mismo. Algo usual a partir del Modernismo, incluso llegando a practicar el soneto modernista en versos alejandrinos, e incluso, el sonetillo, de arte menor.

Por tanto, Lerín, pese a la juventud en la que escribió estos dos sonetos, trata de estipular una nueva resonancia métrica, algo propio de la edad y de la experimentación poéticas.  Trata, asimismo, de usar unos nuevos metros que tuviesen que ver con la revisión estética y con un alcance culturalista del fenómeno poético, lo que hacen de su breve poesía medida, algo tan especial como el resto de su obra poética.

En cuanto a los otros dos intentos de sonetos, que trascribo a continuación, se pueden decir ciertos aspectos muy significativos.

 

 

 

DEDICATORIA

Contra la estirpe humana que culmina

en este absurdo hombre que camina

junto a mí y en mi sombra peregrina.

 

Contra ese triste y solitario afecto

por el hecho consumado y vacío,

arrumbado con secular aspecto

en el huero lugar del griterío.

 

Contra todo ello van mis versos,

refrendados con firme poderío

por la fiera espada que los pechos

deja abiertos, sangrantes, yertos, fríos.

AAA BCBC DCDC

Desde el punto de vista técnico, el soneto, pese a no estar terminado, presenta varios puntos de interés. Desde el punto de vista rítmico, se construye sobre una base melódica, aquella cuyos versos se acentúan en la 3ª sílaba, comenzando con una anacrusis de las dos sílabas iniciales.

“en el huero lugar del griterío”

Por otra parte, se observa que el poeta ha empezado por el final, es decir, que se aprecia que el soneto comienza por un terceto, lo que compondría, de haberse finalizado, un soneto invertido. De nuevo Lerín, tensando las cuerdas de la Poética tradicional, intentando componer sonetos con doce sílabas, o mezclando tradiciones poéticas diferentes como son la inglesa y la española, lo que le da un toque de originalidad que vamos a encontrar en el resto de su lírica.

Se puede considerar “Dedicatoria” como un intento, ya que la composición en su totalidad, por su resolución técnica no llega a ser soneto, sin embargo, sí usa el poeta las herramientas necesarias que harían de este poema un soneto, de haber persistido en el intento: los endecasílabos, el ritmo, la rima, la acentuación.

Lo que prima en estos intentos es la radical originalidad con la que se acomete la intención poética.

Y, por último, “Tres poemas”:



ABAB CDCD EE FF EF

Aquí sí se puede hablar de tentativa de soneto, de un soneto que mezcla, las dos primeras estrofas, dos serventesios, y las dos últimas estrofas, dos tercetos con una resolución en pareados independientes, también muy original, por lo tanto, vuelve a mezclar las dos tradiciones antes mencionadas.

La resolución temática del soneto parece que mezcla diferentes tópicos, por eso lo titula el autor “Tres poemas”. En el primer cuarteto, se habla de una pantera, en la segunda estrofa, de un toro, y en las dos últimas estrofas, unificadas temáticamente por la rima y la disposición versal, se habla de una anciana desconocida, la cual, no guarda relación con los elementos temáticos anteriores. Parece unido forzadamente por mano del autor, para crear una sensación de distanciamiento temático y estético.

Predomina el ritmo heroico y melódico.

El marcado ritmo de las dos primeras estrofas refuerza  su parecido a la poesía de Rubén Darío, con un ritmo adaptado para el canto y la enunciación lírica.

El número de sílabas, que al no ser un soneto desde el punto de vista silábico, (recordemos principalmente, la intención de tanteo del autor), oscila entre las diez y las doce.

Sin duda, asistimos aquí a una parte extraña de la producción leriniana, donde el poeta concede mayor importancia al juego lírico, a epatar a los lectores, a ir más allá de las normas líricas,  que a la consecución fiel del soneto como tal, consecución que demostró sobradamente en “Barbarella”.

Como ya podemos leer tempranamente en su obra anterior: De las condiciones humanas, (1962), su poesía, iba a estar basada en la libre disposición de la sintaxis versal, iba a explorar otras direcciones, que no seguían los postulados métrico-sintácticos, apoyándose en muchas ocasiones, en una lírica construida sobre sintagmas, más que en el conteo de sílabas, y esa sí va a ser una señal de autoría que va a seguir desarrollando en toda su obra posterior.

Es, sin duda, el episodio medido de la poesía leriniana un aspecto con carácter de esbozo de su producción total, de intuiciones más que de certezas, tal vez, una forma de introducirse en la lírica en su juventud. Técnica poética que Lerín no iba a seguir experimentando, al encontrar otras resoluciones técnicas y estéticas más acordes con su nueva forma de proceder en la poesía española.

No obstante, la originalidad con la que acomete el fenómeno métrico sí se corresponde con el resto de su obra que está llena de hallazgos y procedimientos propios, (véase:https://librosdelinnombrable.blogspot.com/2023/04/la-condicion-radical-aproximacion-la.html), lo que ha hecho de Ferrer Lerín una de las voces más originales de la poesía actual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía para este trabajo:

 

- Andrès, Christian (2011). "Tres calas en la poesía "rara avis" de Ferrer Lerín (Ciudad propia, Poesía autorizada, 2006". Crisol / Nouvelle Série / Nº 16-2011, Publication du C.R.I.I.A. (Centre de Recherches Ibériques et Ibéro-Américaines de l ‘Université Paris Ouest Nanterre La Défense), Nanterre, 277-295.

- Domínguez Caparros, José. (2016). Diccionario de métrica española. Alianza. Madrid.

- Ferrer Lerín, Francisco. (2023). Poesía reunida. Tusquets. Barcelona.

- Ferrer Lerín, Francisco. (2016). Edad del insecto. SD Ediciones. Barcelona.

- Navarro Tomás, Tomás. (1966). Métrica española. Las Américas Publishing Company. New York.

- Quilis, Antonio. (2013). Métrica española. Ariel. Barcelona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1]   Andrès, Christian (2011). "Tres calas en la poesía "rara avis" de Ferrer Lerín (Ciudad propia, Poesía autorizada, 2006". Crisol / Nouvelle Série / Nº 16-2011, Publication du C.R.I.I.A. (Centre de Recherches Ibériques et Ibéro-Américaines de l ‘Université Paris Ouest Nanterre La Défense), Nanterre, 277-295 :

[…] « Barbarella », y si se piensa en la historia del cómic, el « principe alado » bien pudiera ser Pygar, un ángel… A los novísimos bien se sabe que les gustaban los viajes, lo exótico, la cultura camp. Pues con este soneto – si lo es - de hechura muy particular , también tenemos que hacer con un universo exótico y muy alejado de la realidad cotidiana española de aquel entonces, ya con el mismo título y desde su primer verso : « La rosa móvil del jardín afgano »… El título metafórico en sí mismo precisamente evocará con « Pavana » una danza aristocrática española de origen italiano y del siglo XVI, con ritmo muy pausado, o sea todo un tiempo y mundo pretérito, y con «del príncipe alado », si no se trata del ángel Pygar, pues será algún « príncipe » sólo conocido del poeta. Pero no será de excluir tampoco una voluntad de asombrar al lector, de despistarlo, ni algún humor mistificador no raro entre los novísimos… Este soneto poco ortodoxo es muy bello, muy musical, se desprende de todo él una atmósfera extraña, delicada, muy sensual y casi mística, propia de un espacio exótico sólo definido por el adjetivo « afgano », con unos cuantos colores (« rosa », « tela azul », el color rojo de la « frambuesa » y el amarillo de « miel », lo blanco de los « azahares », « tono morboso ») y varias fragancias (« rosa », « arrobos de frambuesa y miel », « azahares »), sin olvidarnos del sentido del gusto otra vez con la « frambuesa » (agridulce) y la « miel » (lo muy dulce). Además uno puede pensar por su ritmo lento y el principio del título en la música y la obra famosa de Maurice Ravel, « Pavana para una infanta difunta », pero aquí con gran distanciamiento irónico, y una tonalidad que recuerda extrañamente a Verlaine. Además, en « Pavana del príncipe alado », se esparcirán varias metáforas muy sutiles y estéticas, como la de « La rosa móvil del jardín afgano » que « enciende suave un perfil romano », la sinestesia que pone en relación el perfume de la rosa y « el tono morboso de un juego de boule » (sic, con todo el humor introducido por la palabra francesa muy prosaica « boule »), matiz cobrado por « un cuerpo » anónimo, sin hablar de las « historias de crímenes lentos » (irrupción de la violencia en un ambiente hasta entonces muy sensual, voluptuoso y casi onírico) ni de las « dulces pasiones » « sólo molestadas por lienzos de Hals », y la del verso final con los serafines que « En el vidrio santo vuelan ». Y eso significa – entre otras cosas - que Ferrer Lerín – así como muchos poetas contemporáneos suyos escribe una poesía con acentos culturalistas, refiriéndose a la pintura (el retratista Hals ), incluso a la escultura o la numismática (« perfil romano ») y a la música (con « pavana » y « un ritmo de vals »), sin olvidarse del arte sagrado del vidrio con los ángeles de fuego que son los serafines. Y lo que no carece de acierto poético, esa metáfora final con serafines que « vuelan » por un « vidrio santo », o sea que se anima milagrosamente de esta manera un objeto en principio estático…

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