Fe de niño
Sin palabras mi madre bendecía /
la mesa, con el gesto de la cruz /
sobre el pan no tocado por sus manos,/
pan humilde sobre el mantel de flores/
de plástico, tocaba, con el dorso /
de sus dedos, la blanca harina en surcos/
duros, y ser la miga apetecible,/
abriéndose tan blanda en la mirada,/
traducida a dolor de Jesucristo,/
repartiéndolo a todos en la mesa;/
por la noche, esa era mi fe tan pobre, /
más tarde, al acostarnos nos volvía/
a persignar de nuevo, nos tapaba,/
en la cama, dejándonos apenas/
esa humedad de beso en nuestra frente,/
con ese olor inconfundible a madre,/
el aliento sin peso de la noche,/
bendecido a oscuras por sus dedos,/
preguntándole a Dios por esa ausencia/
sin palabras, sin humedad, sin tacto,/
hijos de un Dios que no nos conocía. ///
Comentarios
Publicar un comentario