Sin palabras mi madre bendecía /
la mesa, con el gesto de la cruz /
sobre el pan no tocado por sus manos,/
pan humilde sobre el mantel de flores/
de plástico, tocaba, con el dorso /
de sus dedos, la blanca harina en surcos/
duros, y ser la miga apetecible,/
abriéndose tan blanda en la mirada,/
traducida a dolor de Jesucristo,/
repartiéndolo a todos en la mesa;/
por la noche, esa era mi fe tan pobre, /
más tarde, al acostarnos nos volvía/
a persignar de nuevo, nos tapaba,/
en la cama, dejándonos apenas/
esa humedad de beso en nuestra frente,/
con ese olor inconfundible a madre,/
el aliento sin peso de la noche,/
bendecido a oscuras por sus dedos,/
preguntándole a Dios por esa ausencia/
sin palabras, sin humedad, sin tacto,/
hijos de un Dios que no nos conocía. ///
CONTRA LOS FALSOS POETAS Porque ya lo dijo Gombrovicz con mucha mayor saña y acierto, a los poetas solo los leen otros poetas, y más, solo los amigos poetas de los poetas; después de esta afirmación lapidaria de Gombrovich, a la cual, su compatriota y excelente poeta Ceslaw Milosz le dio la razón, se ve agrandada por cierta actitud de revelación o de desenmascaramiento del más allá, que se supone a todo poeta. (Aunque no tenga dicha facultad de trascendencia). Witold Gombrowicz El poeta no existe, no nace, se va haciendo, y se le suponen ciertas dotes inherentes que él mismo debe ir desvelando en una larga carrera no profesional. Ser poeta no es una profesión, sin embargo, sí requiere una larga etapa de práctica y aprendizaje que nadie enseña en ningún lugar, (a no ser que se dé el caso de una situación de aprendizaje y maestrazgo estipulado), y suele coincidir además, con la formación personal e intelectual del aprendiz, que va adquiriendo, con la experiencia escrituraria, una seri
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