Limpieza de sangre
Era en uno de esos edificios medioburgueses, de entrada amplia y recién reformada con gusto dudoso de mármol y cristal, esa confluencia imposible de incierta estética, pero cuyo mármol salva porque el mármol, ya se sabe, salva de la madera, tan demodé actualmente, según los cánones televisivos de las casas de famosos anónimos, que toda la población ahora remeda en sus viviendas con números enormes, a dos colores la fachada, pero siempre con un elemento de pizarra, aunque no venga a cuento, porque la pizarra da sobriedad, bauhaus para incultos, ikealizada en revistas de construcción de principios de los 10, que ahora ya es imposible parar. La entrada era amplia, se accedía a la consulta por unas escaleras de semicaracol con un pasamanos temblequeante, te veías reflejado en un inmenso espejo de plano total que te devuelve a ti mismo frente a la cristalera subiendo, casi anónimo a una consulta de un doctor desconocido, el doctor sacasangre, especializado en la costumbre de introducir jer...