MANIAC
Benjamin Labatut
Anagrama
388
He acabado MANIAC de Labatut, Labatut es un tipo nacido en Holanda, de padre diplomático, pero criado en Chile, en Buenos Aires y en Lima por lo tanto su español es cuidadísimo. Leí, por otra parte, a Hernán Díaz , sí, así, Hernán Díaz, con dos acentos merecidos.
Leí a Díaz en inglés, Trust, porque pensaba que iba a ser como un Conrad, un héroe del inglés, aun cuando había nacido en Ucrania, bueno, en esa época, Europa estaba destruida y lo que era Ucrania, podía ser también Polonia.
Soy un romántico, y pensaba que Díaz iba a ser como el marino ucranio-polaco, pero qué va: una serie de novelas, al final, pobremente hilvanadas, porque la última es una sucesión de anécdotas mal escritas y montadas, y considero que hay muchas otras formas más hermosas que esa para transmitir las grandes verdades de esa novela al final. Lo que empezó siendo admiración viva por la utilización del inglés como lengua de cultura, se convirtió en desprecio, metafórico, por usar siempre un léxico basado en la dificultad lingüística, dificultad que está hermanada con el castellano por vía francesa.
En el caso de Labatut, el chileno, nacido en Holanda, pero cuya lengua madre es el castellano, empieza con una narración, en un principio, deshilvanada, apasionada, de una serie de hechos en torno a la física y a las matemáticas, y, hasta ahí bien, la ciencia no ha sido bien tratada por la literatura hispánica actual, solo de forma tangencial, en segundo plano, y debe subsanarse, pero conforme avanza la narración, se supone una narración semificcionada de Johnny von Neuman, uno de los genios, de los tantos que hubo en el entorno de la Segunda Gran Guerra en Budapest (Fasori Gimnázium) y Viena; mezclado con la escoria nazi como fondo real y los diferentes destinos de las más destacadas mentes judías momentos antes del éxodo. En un punto histórico además, fundamental, porque era el momento en que se desarrolló la ciencia matemática para desarrollar lo que hoy sería Internet, la computación y los límites de las ciencias, las matemáticas, sus posibles orígenes inciertos, hallazgo desarrollado por Gödel, respondiendo a las preguntas lanzadas a su vez por David Hilbert.
Para llegar, casualmente a Oppenheimer dentro de este libro, momento, en verdad concluyente y muy conveniente, puesto que ha coincido la publicación de MANIAC con la película de Nolan, cuya urgencia por construir la bomba atómica, a pesar de su maldad inherente, del que este libro parece ser su continuador, la bomba, las series de despropósitos que llevaron a las mentes más brillantes de su generación a construir el arma más mortífera, y hacérnosla ver, además, al resto de Occidente, como algo positivo y bueno para el resto de la humanidad.
La novela, es más bien, la superposición de capas, donde se nota la mano de una editor o un consejero, que hábilmente ha ido dando forma a un libro con forma de novela, pero que está basada en una serie de ensayos hilvanados en torno a un despótico y obsesivo Von Neuman, ese parece ser el otro gran tema de MANIAC, la obsesión, sobre todo en época joven de los diferentes científicos y la posterior decadencia de la madurez y paranoia de la vejez, como flores que maduran pronto y explotan en su belleza, pero cuyo proceso de marcesibilidad es más largo que la chispa que detona toda su brillante escenografía.
No ahonda, como no puede ser de otra manera en los aspectos más científicos de las tesis y las teorías, para eso ya está internet, pero tampoco aporta nada nuevo, solo va leyendo las diferentes entradas, nada raro para quien se haya formado un poco, a mí en particular me interesan mucho la física cuántica, la teoría de cuerdas, la metamatemática y las teorías de Gödel en torno a la falsabilidad de los números, de lo que ya habló Popper, Cantor y cuyas teorías estuve leyendo hace un año para escribir sobre ello en mi próximo libro de relatos: Blurb.
Es interesante la novela, no lo niego, pero carece de un hilo conductor sólido, a veces se difumina por la cantidad de voces que participan en la narrativa coral de Labatut. se podía haber profundizado más sobra la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, también vienés, un intelectual profundo y compañero de escuela del propio Hitler, el instigador en la sombra de este relato. Se podría haber explicado un poco más el proceso de la inconsistencia de los número desarrollada por Gödel, haber explicado las contradicciones del sistema de conceptos, no lo olvidemos ideados por el hombre, infinito, tiempo y espacio sobre las que bascula gran parte de la narración.
Esa conexión entre el arte, lo irracional y lo teórico de muchos de los momentos que se narran, quedan solo apuntados y quizá podría haber ido en esa dirección todo el libro, no solo las partes más impactantes de las conductas depresivas y maníacas de los autores aquí citados.
Tiene muchos logros, es cierto, está muy bien escrita, con diferentes registros, pero se nota mucho la huella ensayística, lo cual no es malo, pero tampoco inscribe a MANIAC dentro de la gran literatura que sin duda está por llegar.
Lo que no llego a comprender de ninguna manera es, como a la muerte de Von Neumann, cuando ya parece haber acabado la narración de MANIAC, el autor escribe un texto sobre el juego chino GO, sobre su historia, su jugador más importante: Lee Sedol, no obstante, no logro hallar la relación, a pesar de que cualquier lector la pueda hallar, es cierto, pero no lo llego a entender por qué lo hace, parece ser un extra time innecesario, aunque las relaciones con la IA puede estar relacionada con todo esto, pero no deja de parecerme un apéndice innecesario que responde más a intereses editoriales que a los de la propia historia que acaba de relatar.
Supongo que contrarresta toda la racionalidad de MANIAC y defiende ahora la capacidad artística o creativa de un arte como es el Go. O quizá por jugar contra el Alpha Go, entidad de juego artificial.
Comentarios
Publicar un comentario