Sobre Césped seco

 

 


                                             Foto de : Mathew Simmons

Joaquín Fabrellas, (Jaén, 1975), es un narrador atípico, casi toda su obra édita ha recorrido los caminos de la lírica, aunque siempre, sin embargo, tuvo una voluntad narrativa, como él mismo asegura: “El arte de escribir no está en la propia redacción del texto sino en el repaso metódico de lo escrito. La orfebrería inherente a la tarea de escribir narrativa, se ve ampliada por las largas horas en el atelier repasando frases, palabras, tal vez comas, tarea que puede verse dilatada en el tiempo sine die para que la cristalografía sintáctica resulte única, y, a partir de ahí, pueda armarse un relato”.

Su obra también ha recorrido los caminos de la crítica literaria,  publicando en las revistas literarias más prestigiosas como Paraíso, 21veintiúnversos, Quimera, Turia, Estación Poesía o Ínsula, además de su función docente. El lenguaje imposible de la noche es su primera novela, publicada en 2020 por Chamán editores.

Césped seco es una colección de relatos que pretende ser una falsa memoria de otro yo lejano en el tiempo, un yo autoficcionado que juega a autodestruirse en cada intento narrativo mezclando la realidad con la falacia creativa, donde es difícil desentrañar el yo real y el fingido, mezclando tiempos y situaciones, forzando la sintaxis o el relato, donde la verdad y la literatura se alternan, porque el viaje emprendido por Fabrellas es un camino que nos hace elegir entre lo real y lo aparente, intentando devastar los límites de la narración y lo poético, rompiendo las fronteras tradicionales del relato breve y llevándolo a lugares que no habíamos visitado antes, como recoge en “El equilibrio químico” que analiza el prospecto de un antidepresivo, o la historia apócrifa de  Las Meninas en “Soledad de los palacios”. En la obra narrativa de Fabrellas vamos a asistir a la metódica desaparición del autor en busca de una voz más auténtica que dialoga con su pasado.

Puede verse cierto interés en su narrativa por la obra de David Foster Wallace o De Lillo, o la sucinta influencia de Salvador Elizondo, Mario Levrero, o la maestría hiperbórea de Ferrer Lerín, autores que descalificaron la tradicional forma de entender el acto de la escritura y que dilataron el tiempo en la obra, otorgando una mayor importancia a la situación antes que al personaje, a la construcción sintáctica antes que al hecho en sí, recalibrando la teoría del relato actual.

Césped seco surge desde el rock and roll para criticar la narrativa actual, basada en una forma de hacer las cosas bastante complaciente con un público lector mayoritario, acostumbrado a una literatura inerme. Césped seco es un punch en la mandíbula, un golpe seco que abre la imaginación a una literatura crítica con el establishment. Se critica la medicación excesiva de una población narcotizada por las grandes plataformas digitales, por una política salvaje de especulación, en donde solo somos supervivientes presas de nuestras instintos más básicos. Sexo, comida, defecación.

La espectacularización de la realidad que ha convertido al pueblo en mano de obra barata, ciberproletariado precario, a merced de los cauces del poscapitalismo que no duda en hacernos víctimas de un sistema decadente, apocalíptico, donde no hay espacio para el arte, la práctica de la lectura o la escritura comprometida.

44 relatos que tratan de ser un compendio de intereses y razones por las que seguir resistiendo en un mundo hostil. 

Del prólogo a Césped seco




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